Cuaresma 1: El Crucifijo

 1ª semana Cuaresma

El Crucifijo

I N R I



Me dispongo, Jesús Crucificado, en esta Cuaresma-Pascua a tener contigo ritmos de diálogo en oración contemplativa ante el Crucifijo del pintor sevillano Velázquez, que tengo en mi habitación. Y quiero mirarte “de arriba abajo”, como hace la Amada al Amado en el Cantar de los cantares (Ct 5, 9-16), a la inversa del Amado a la Amada que la contempla “de abajo hacia arriba”.

Y pongo los ojos primeramente en el acróstico I N R I, (Iesus Nazarenus Rex Iudeorum = Jesús Nazareno Rey de los Judíos), título de tu cruz, cartel con letras latinas en negro, bien visibles y además en hebreo y en griego, para que todos se enteren de la causa de tu condena. Te condenan porque dijiste que eras rey. ¡Tamaña mentira! ¡Injusta condena!

Y ¿qué pensaste entonces, si tú habías dicho: “Venid a mí todos, que soy manso y humilde de corazón”? Me vienen a la mente , Jesús, las tentaciones que te asaltaron en el desierto, y las que padecieron los primeros padres en el jardín. Estos perecieron, tú saliste victorioso. Por ellos el jardín se convirtió en desierto; por ti el desierto se trasformó en jardín.

Gracias a tu victoria, Jesús Nazareno, el don de la gracia, que te pertenecía a ti solo, abundó para todos, hombres y mujeres. Desde tu victoria, me es posible recuperar la conciencia de ser hijo de Dios y valorar lo que significa haber sido hecho “a tu imagen y semejanza”. Tu amor convirtió la injusta condena en salvación.

Tengo reciente la imposición de ceniza que evoca el polvo del suelo, con ella me diste un aliento de vida que me convirtió en ser vivo. El proceso es una realidad, porque tu gracia es mayor que mi pecado. Siempre puedo comenzar de nuevo, si me abro a tu misericordia. ¡Del deseo de ser alabado, líbrame, Señor!

                                                                            P. Félix Ramos, c.p.