Adviento 4

IV : CON MARIA SU MADRE

¡Oh María! la Amada del Cantar de los cantares ve a su Amado (es tu Hijo) que llega saltando “de colina en colina” (Cant 2, 8), se alegra en su corazón y le pide que “la bese con los labios de su boca” (Cant 1, 1 y ss); el ángel Gabriel viene a ti y te sorprende: “Alégrate, llena de gracia; el Señor está contigo” (Lc 1, 28), te turbas, el Espíritu Santo te toma y sientes en tu seno “movimientos” del que viene a traer un Reino de amor sin fin, y te dispones a obrar “según su Palabra”.

¡Oh María! ves a tu Hijo nacer sin techo, sin cuna, y le crees divino; le ves naciendo en el tiempo y le crees eterno; le contemplas perseguido y le proclamas dueño de todo lo creado; Él, que es la vida, se moriría si tú no le alimentas; Él, que ha creado el sol, tirita de frío; le ves aprendiendo a leer y escribir y le intuyes Sabiduría de Dios. ¡Qué colinas! ¡Qué montes! ¡Qué saltos!

¡Oh María! Tú crees ciegamente, te fías porque amas. El amor expulsa la duda, el temor. La fe no engendra evidencia, sino seguridad. Es un encuentro con Dios y su Palabra.

¡Oh María! Hoy no te pido que yo comprenda, sino que, como tú, me fíe; como tú, le dé mi voto de confianza. Y así escucharé, como tú, “¡Dichosa tú porque has creído!” (Lc 1, 45).

Señor, Protagonista de este adviento de pandemia, yo quiero que Tú obres en mí libremente y que tu Palabra me lleve y me traiga sin resistencia mía, me pongo en tus manos. Haz de mí lo que quieras, me ofrezco a la responsabilidad y al amor doloroso, como se ofreció tu Madre. Cada uno de nosotros está llamado a “engendrar” a Dios por el mundo, como María. Así sea.

P. Félix Ramos, CP.
 



 

ADVIENTO 3


III : “ALEGRAOS, ORAD” 

 

Señor Jesús, enciendo hoy la tercera vela de las cuatro que forman tu Corona de Adviento. Esta llama es luz, alegría ¡Buena Noticia!Al encender esta tercera vela, te pido que tu luz ilumine siempre mi vida, alegre mi rostro y haga crecer mi esperanza. ¡Gracias, Jesús!
 
Hoy, tu Bautista grita su voz, ¡es provisional, pero enérgica! Es lámpara que ilumina en la noche. Haz, Señor Jesús, que yo la internalice. Tú, Jesús, eres la Palabra eterna. Sé que la voz, sin la Palabra, llega al oído, pero no edifica el corazón. Tú eres la Palabra del Padre, que ya está mí. ¡Soy habitado por Ella! ¡Gracias, Señor Jesús! 
 
Y tu Palabra, Señor Jesús, me enseña a orar, a confiar. ¡Gracias porque te hiciste mi hermano, porque me guías hacia el Padre, porque tu Espíritu me lleva de la mano! ¡Eres tan cercano! ¡Gracias por la esperanza y la alegría! 
 
Bendito seas, Jesús, porque enciendes tu luz y me das ojos para verla. En esta densa noche de pandemia, que nos asola a toda la humanidad, brillas tú, Jesús, desde los Belenes de las calles, desde las casas de cada familia, desde las iglesias. Y las tinieblas, por muy oscuras que sean, no pueden sofocarlas del todo. ¡Gracias, Jesús!
 
Haz que yo confirme con mis obras la misión que me has encomendado. Sé que me envías también a mí con el mensaje de tu luz. Quieres que yo te refleje en mis palabras y en mis actitudes. ¡Que tu Palabra se abra paso entre las sombras, para que todos seamos iluminados por tu luz!
 
P.  Félix Ramos, CP.
 

 

ADVIENTO 2

 

II: “CONSOLAOS, ALLANAD EL CAMINO”

¡Cuán errado y precipitado he sido cuando te he definido, Señor, como Juez justiciero y que castigas! La palabra que me grita Isaías “CONSUÉLATE” es un mentís a mi juicio, porque en ella brilla tu misericordia y tu amor divino con un resplandor inigualable. Eres ternura y consuelo. La misma palabra “CONSOLAOS” eclipsa a la ,majestad del juez y me hace pensar en la parábola del Hijo Pródigo ¡Gracias!

En medio de esta pandemia que Hoy asola a toda la humanidad, Protagonista del Adviento, tu palabra “CONSOLAOS” es un pregón de esperanza para todos, porque dibuja un nuevo éxodo “desde el desierto a la tierra prometida”. Señor Jesús, tu evangelio es la Buena Noticia, el anuncio más consolador que tienes para mí, te me haces presente, llegas a mí y me sanas, y quieres hacerme portador y solidario de tu sanación para los demás. ¡Gracias!

Señor Jesús, si el desierto de pandemia es lugar de sufrimiento y lucha, es también de silencio y seducción, de servicio y confusión. En el estado de alarma, cuarentena de días, que se prolongaron, he aprendido a unir tierra y cielo, ángeles y animales, gracia y pecado. ¡Gracias!

Me has dado, Señor Jesús, un tiempo de conversión. Has allanado el camino. Tu Bautista nos trae la Buena Nueva de volver a nacer por el Bautismo a la nueva vida de la gracia. La luz de las velas de la Corona de Adviento representa la Vida Nueva que nos traes con tu venida. Gracias!

El sumergirnos en tu muerte y tu resurrección nos has hecho entrar en comunión con tu Espíritu, es decir, hemos sido reconciliados en el nombre de la Trinidad. Más aún, nos has convertido en “portadores de tu Espíritu”. ¡Gracias! 

Félix Ramos, c.p.