CONFESARNOS EN CUARESMA


CONFESARNOS EN CUARESMA...
es ponernos ante las tentaciones del mundo que nos quieren apartar de nuestra vocación cristiana, y ser lúcidos y honestos ante Dios en una revisión sincera de nuestra vida, en el compromiso de nuestras exigencias cristianas, en la familia, en la comunidad parroquial, en el ejercicio de nuestra profesión y en nuestras opciones políticas.

  CONFESARNOS EN CUARESMA es analizar los bienes y las facilidades del mundo, moderar nuestros deseos de confort y bienestar, sin nunca darnos a ellos tanto como nos debemos a Dios; en concreto, saber que la fidelidad es una forma del amor, y saber escoger los descansos que respetan nuestra dignidad.

CONFESARNOS EN CUARESMA es revisar nuestra vida de cada día como momento fuerte para celebrar y experimentar la misericordia de Dios; son 40 días para que nosotros, con los ojos puestos en el árbol de la cruz, seamos parecidos a los árboles sanos, y demos frutos que son las obras de misericordia.

CONFESARNOS EN CUARESMA es verificar nuestra práctica sacramental y nuestra actividad misionera, basadas siempre en la fe viva y no en la religión formalista o desviada; para ello, aprovechamos los medios de instrucción que nos ofrece la parroquia (celebraciones, ejercicios, charlas, etc.), y participamos activamente en la liturgia.

CONFESARNOS EN CUARESMA significa también reservarnos tiempos de verdadera oración, tanto individual como familiar y parroquial, intentando formar a los hijos en la oración, sabiendo que recitar fórmulas o “hacer oraciones” no siempre es necesariamente orar.

CONFESARNOS EN CUARESMA es tomar conciencia de que la cruz es nuestra salvación, y que estaremos turbados e inquietos mientras no encajemos con paz interior las circunstancias adversas de la vida, sin ser juguete de ellas.

                            P. Félix Ramos Lores, c.p.

Orar en Cuaresma


ORAR EN CUARESMA es aprender a llegar al corazón del mundo para reconocer en él la presencia del Señor y dejarse llevar de su apasionado amor por quienes viven en él, con guiños a Jesús crucificado.

Este progresivo aprendizaje brota de un “encuentro” dentro de uno mismo. En el corazón del mundo y de la persona se da ese “encuentro con el Espíritu”, que es Fuego que calienta, ilumina, desentumece, pone en movimiento … y que es Viento que empuja y anima a avanzar y vencer …

ORAR EN CUARESMA es reconocer en “el encuentro aludido” la presencia del Espíritu y el poder de su amor, que en la oración va generando en nosotros movimientos de transformación y comunión.

El movimiento de transformación personal es “cultivado” por la oración de contemplación mediante la cual vamos aprendiendo a abrir en nuestro corazón espacios para un seguimiento, modelados conforme a la vida y persona de Jesús.

El movimiento de comunión es “cultivado” por la oración de quietud, mediante la cual vamos aprendiendo de qué modo, en qué lugar y hasta qué punto nos situamos en el mundo para ir paulatinamente convirtiéndonos en fermento de fraternidad y reconciliación entre las personas, con los ojos puestos en el “que traspasaron”.

ORAR EN CUARESMA es entrar en el ejercicio esperanzado de vivir según el Espíritu como “contemplativos en la acción”, física y espiritualmente, habitados por la Palabra, movidos por el Espíritu y tocados por la Eucaristía.


imagen: cathopic