Santísima Trinidad

Santísima Trinidad, Te confieso mi fe en Dios Padre misericordioso, en Jesucristo tu Hijo único y en el Espíritu Santo Paráclico. Proclamo tu divinidad aceptando el bautismo en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo para la remisión de los pecados y la recepción de la Vida Nueva.


Te agradezco, Trinidad Santísima, tu amor infinito y gratuito gracias al Padre, por el Hijo, en el Espíritu Santo, y Te adoro en oración y silencio por nuestro Señor Jesucristo que vive y reina con el Padre en la unidad del Espíritu Santo.

Santísima Trinidad, unjo con óleo a la humanidad vulnerable y enferma para que el Señor la reconforte por el poder del Espíritu de Dios, y Te presento a los difuntos confiándolos a la misericordia del Padre que tiene muchas moradas y del Hijo a quien resucitó el Espíritu Santo.

Trinidad Santísima, someto con gusto toda mi existencia cristiana a tu voluntad para que se desarrolle en la Iglesia bajo tu Palabra, en la comunión de las tres Divinas Personas y en la presencia de tu santa Eucaristía.

Proclamo, Trinidad Santísima, el amor infinito y gratuito del Padre que Jesús me ha dado en la cruz, ofreciendo su vida “por nuestra salvación”, y por la acción del Espíritu Santo que irradia luz nueva sobre la faz de la tierra y en cada corazón humano que le acoge.

Santísima Trinidad, te alabo y te bendigo, con todo mi ser: Padre, Hijo y Espíritu Santo, vivo consciente de que habéis venido a mí y habéis hecho morada en mí. ¡Cuánto me amáis!

Que la Virgen María interceda por mí para que me introduzca, con todo mi amor, en la Comunión trinitaria con el fin de vivir y testimoniar el amor que da sentido a mi vida “para alabanza de tu gloria”.

 P. Félix Ramos, CP.

feralo34@hotmail.com
 

 

 

 

Pentecostés

8ª Semana Pascua
RECIBID EL ESPÍRITU SANTO



Señor Jesús, gracias por el envío de tu Espíritu. Que lo que prometiste que haría el Espíritu de la verdad se cumpla en mi vida. ¡Ven, Espíritu Santo, llena mi corazón y enciende en mí el fuego de tu amor! Sólo en la acción de tu ministerio se renovará la faz y la realidad de mi existencia hasta que llegue a ser cristiano, otro Cristo. Haz que prolongue tu presencia viva entre los hombres y mujeres.

Espíritu divino, lava en mí lo que está manchado, riega lo que está árido y sana lo que está en mí enfermo; doblega lo que en mí está rígido, calienta lo que está frío y endereza lo que en mí está desviado.

Ven, Espíritu Santo, con tu brisa suave; despierta en el corazón de la Iglesia el amor del tiempo primaveral, el amor de la fresca juventud, el amor capaz de hacer superar todos los obstáculos que presentan los miedos humanos, capaz de romper todas las barreras de la prudencia miope.

Desciende, Santo Espíritu, sobre la Iglesia y toca con tu suave brisa las cuerdas de su corazón, haz desprender de ellas la armonía del canto de la libertad y de la alegría, que den voz a todos los pueblos de la tierra y los conduzcan a la verdadera fraternidad y paz universal.

¡Gracias, Jesús resucitado, porque me habitas con la Palabra de tu evangelio, me mueves con la fuerza de tu Espíritu y me tocas con la gracia de tu Eucaristía! ¡Aleluya! 
 
P. Félix Ramos, CP.

feralo34@hotmail.com
 


 

La Ascesión

7ª Semana Pascua 

EL RESUCITADO
“SUBIÓ AL CIELO”

Tras de ti, Jesús, van mis ojos hacia el cielo donde vas a ser glorificado y sentado a la derecha del Padre. Me quedo mirándote … y te pido con la Iglesia: “Llévame en tu compañía / donde tú vayas, Jesús, / porque bien sé que eres tú, / la vida del alma mía; / si tú vida no me das, / yo sé que vivir no puedo, / ni si yo sin te me quedo, / ni si tú sin mí te vas”.

Y quiero saber qué es para ti, Jesús, volver al seno de tu Padre con tus manos llagadas, tus pies ensangrentados y el costado con tu llaga de amor. ¡Qué alegría siento ahora, Jesús mío, más y más en profundidad! ¡Con los premios de tu victoria!.

Y me dices que baje de esta altura a la tierra, dispuesto a dar testimonio de tu amor y de tu gloria. Que no me quede mirando al cielo, sino que pise el suelo y anuncie al mundo que te has ido para interceder por nosotros y prepararnos un lugar en la gloria.

Al oírte hablar así, siento gozo y placer, porque donde estás tú, que eres nuestra Cabeza, estamos destinados a estar nosotros que somos tu Cuerpo. Me animo a seguir mi camino y qué gran felicidad experimento, Señor Jesús, cuando tú te acercas a mí y te pones a mi lado a caminar conmigo.

Yo mismo me admiro, antes me cansaba, y aunque no sé explicarme el por qué de mi cambio, me doy cuenta que nantes iba solo y ahora tú vas conmigo. ¡Todo entero te me das, todo entero tú me quieres! ¡Aleluya!

P. Félix Ramos, CP.

feralo34@hotmail.com

 


 

Sexta semana

 EL RESUCITADO
“PERMANECED EN MI AMOR”


Jesús resucitado, con la alegoría de la vid y los sarmientos te me presentas y te me identificas, y nos reconocemos; yo soy uno de ellos. Tú, Señor Jesús, eres la auténtica vid, y nosotros los pámpanos que tú haces brotar de ti mismo y a quienes nos comunicas tu vida y tu Espíritu.

Corta en mí lo que está enfermo y no procede de ti, poda en mí los afectos desordenados que impiden la unión contigo. Aunque me duelan tus golpes, aunque brote sangre de las heridas, lo que importa es que la unión permanezca y dé frutos de bendición.

La permanencia en ti, Jesús, significa permanecer en tu amor, es decir en esa circulación de caridad, de mutua donación que es la vida trinitaria en sí misma y en su apertura hacia mí. ¿Cómo es posible, Jesús, que me elijas a mí, habiendo tanta gente buena que encajaría mejor en tu amistad, conociendo mi debilidad y lo inútil que soy? Tu amor misericordioso fortalece mi fragilidad y hace que me deje modelar por tu Palabra y responder con mi vida a tu elección que es lo mejor qque me ha sucedido.

No quiero, Jesús, gloriarme en mis frutos sino en tu unión conmigo. Esta unión es mi gloria y mi salud. Tú me has elegido, estoy en tus manos, haz de mí lo que quieras. Por todo te doy las gracias. ¡Aleluya! Amén.

P. Félix Ramos, CP.

feralo34@hotmail.com

 


 

Quinta semana

 EL RESUCITADO

“VERÁN AL QUE TRASPASARON”


Hoy levanto mis ojos a ti, Jesús resucitado, y quiero ver tus llagas, especialmente la de tu costado, que nuestro piadoso escultor te ha liberado, y que tú guardas en tu pecho. ¡Cuántos corazones te han mirado y han quedado como el tuyo traspasados! Déjame contemplar la llaga de tu corazón y méteme, Jesús, en ella para no salir nunca, sino morar siempre dentro. Es

* Boca por la lanza abierta, que me habla de tu Pasión con sangre sanadora.

* Veta de fuego, - hermoso rubí - que el amor de tu corazón encandece.

* Respiradero de hoguera, que tu pasión purifica y acendra en el crisol de tu amor.

* Surtidor de Agua Viva, que sacia mi sed de Dios.

* Gotera divina, que horada hasta el corazón más duro.


Ahí, en tu corazón cabrá el mío y se calentará en la llama de tu amor. Porque, ¿quién, estando en el fuego, no se va a calentar? ¡Oh, si yo ahí morase! ¡Qué bien me iría! ¿Cuál es la causa, por la que tan pronto me salgo de ella? ¿Por qué no tomo esta morada en el alto monte de la cruz donde tú te transfiguraste de dolor y deshonra en hermosura y en gracia?

Y si un poco de fuego enciendes en mí, guárdamelo bien, no me lo apague el viento de mi egoísmo, cúbremelo con ceniza de humildad para que quede vivo y pueda hacer obras de servicio y caridad. Te pido que tu corazón traspasado mueva a todos los corazones que vengan a contemplarte. ¡Aleluya!

P. Félix Ramos, CP.

feralo34@hotmail.com