CONFESARNOS EN CUARESMA...
es ponernos ante las tentaciones del mundo que nos quieren apartar de nuestra vocación cristiana, y ser lúcidos y honestos ante Dios en una revisión sincera de nuestra vida, en el compromiso de nuestras exigencias cristianas, en la familia, en la comunidad parroquial, en el ejercicio de nuestra profesión y en nuestras opciones políticas.
CONFESARNOS EN CUARESMA es analizar los bienes y las facilidades del mundo, moderar nuestros deseos de confort y bienestar, sin nunca darnos a ellos tanto como nos debemos a Dios; en concreto, saber que la fidelidad es una forma del amor, y saber escoger los descansos que respetan nuestra dignidad.
CONFESARNOS EN CUARESMA es analizar los bienes y las facilidades del mundo, moderar nuestros deseos de confort y bienestar, sin nunca darnos a ellos tanto como nos debemos a Dios; en concreto, saber que la fidelidad es una forma del amor, y saber escoger los descansos que respetan nuestra dignidad.
CONFESARNOS EN CUARESMA es revisar nuestra vida de cada día como momento fuerte para celebrar y experimentar la misericordia de Dios; son 40 días para que nosotros, con los ojos puestos en el árbol de la cruz, seamos parecidos a los árboles sanos, y demos frutos que son las obras de misericordia.
CONFESARNOS EN CUARESMA es verificar nuestra práctica sacramental y nuestra actividad misionera, basadas siempre en la fe viva y no en la religión formalista o desviada; para ello, aprovechamos los medios de instrucción que nos ofrece la parroquia (celebraciones, ejercicios, charlas, etc.), y participamos activamente en la liturgia.
CONFESARNOS EN CUARESMA significa también reservarnos tiempos de verdadera oración, tanto individual como familiar y parroquial, intentando formar a los hijos en la oración, sabiendo que recitar fórmulas o “hacer oraciones” no siempre es necesariamente orar.
CONFESARNOS EN CUARESMA es tomar conciencia de que la cruz es nuestra salvación, y que estaremos turbados e inquietos mientras no encajemos con paz interior las circunstancias adversas de la vida, sin ser juguete de ellas.
P. Félix Ramos Lores, c.p.