ORAR EN CUARESMA es aprender a llegar al corazón del mundo para reconocer en él la presencia del Señor y dejarse llevar de su apasionado amor por quienes viven en él, con guiños a Jesús crucificado.
Este progresivo aprendizaje brota de un “encuentro” dentro de uno mismo. En el corazón del mundo y de la persona se da ese “encuentro con el Espíritu”, que es Fuego que calienta, ilumina, desentumece, pone en movimiento … y que es Viento que empuja y anima a avanzar y vencer …
ORAR EN CUARESMA es reconocer en “el encuentro aludido” la presencia del Espíritu y el poder de su amor, que en la oración va generando en nosotros movimientos de transformación y comunión.
El movimiento de transformación personal es “cultivado” por la oración de contemplación mediante la cual vamos aprendiendo a abrir en nuestro corazón espacios para un seguimiento, modelados conforme a la vida y persona de Jesús.
El movimiento de comunión es “cultivado” por la oración de quietud, mediante la cual vamos aprendiendo de qué modo, en qué lugar y hasta qué punto nos situamos en el mundo para ir paulatinamente convirtiéndonos en fermento de fraternidad y reconciliación entre las personas, con los ojos puestos en el “que traspasaron”.
ORAR EN CUARESMA es entrar en el ejercicio esperanzado de vivir según el Espíritu como “contemplativos en la acción”, física y espiritualmente, habitados por la Palabra, movidos por el Espíritu y tocados por la Eucaristía.
imagen: cathopic |