Fuente: cathopic.com |
La palabra "mirada" empieza por (eme) como la palabra "madre", y es que las madres miran a sus hijos con atención y con benevolencia. ¡Qué ternura! ¡Qué amor! Como nos mira Dios. Como nos debemos mirar nosotros. Como debemos mirar a Cristo Resucitado. Él es el espejo de Dios.
La perfección cristiana no se fundamenta en la perfección de nuestras obras, sino en la visión de Cristo. Lo dice la Biblia en 2 Cor 3, 18: "Nosotros mirando a cara descubierta, reflejamos como en un espejo la gloria del Señor y nos vamos transformando en esa misma imagen, Cristo". El cristiano es transformado por el Espíritu en una imagen cada vez más perfecta de Dios, en Cristo.
La Palabra es espejo de Dios, y Jesús es la Palabra hecha carne. Al poner nuestra mirada en Cristo Resucitado, vamos siendo transformados de gloria en gloria, porque somos revestidos del "Hombre Nuevo" a imagen de Cristo. En él es en quien debemos poner atención.
La actitud de poner nuestra mirada en él no es como la del que pone su mirada en un cuadro que está en la pared, sino a través de la Palabra en nuestro corazón. Sea esta nuestra reflexión pascual.
Al contemplar la gloria de Dios en Cristo, somos transformados y comprendemos qué significa que estamos "en Él y Él en nosotros".
Cuando comprendemos que estamos en Jesús y Jesús en nosotros, todos los desafíos existenciales se iluminan, porque en Cristo estamos completos y perfeccionados por su Espíritu. ¡Gloria a Dios!
¡Bendito seas, Padre! Gracias por tu Palabra, que recibimos en nuestro corazón por la fe. Al meditar en ella, crecemos en gracia y conocimiento del Señor y Salvador Jesucristo, que vive en nosotros.
La perfección cristiana no se fundamenta en la perfección de nuestras obras, sino en la visión de Cristo. Lo dice la Biblia en 2 Cor 3, 18: "Nosotros mirando a cara descubierta, reflejamos como en un espejo la gloria del Señor y nos vamos transformando en esa misma imagen, Cristo". El cristiano es transformado por el Espíritu en una imagen cada vez más perfecta de Dios, en Cristo.
La Palabra es espejo de Dios, y Jesús es la Palabra hecha carne. Al poner nuestra mirada en Cristo Resucitado, vamos siendo transformados de gloria en gloria, porque somos revestidos del "Hombre Nuevo" a imagen de Cristo. En él es en quien debemos poner atención.
La actitud de poner nuestra mirada en él no es como la del que pone su mirada en un cuadro que está en la pared, sino a través de la Palabra en nuestro corazón. Sea esta nuestra reflexión pascual.
Al contemplar la gloria de Dios en Cristo, somos transformados y comprendemos qué significa que estamos "en Él y Él en nosotros".
Cuando comprendemos que estamos en Jesús y Jesús en nosotros, todos los desafíos existenciales se iluminan, porque en Cristo estamos completos y perfeccionados por su Espíritu. ¡Gloria a Dios!
¡Bendito seas, Padre! Gracias por tu Palabra, que recibimos en nuestro corazón por la fe. Al meditar en ella, crecemos en gracia y conocimiento del Señor y Salvador Jesucristo, que vive en nosotros.
P. Félix Ramos, c.p.