1. Concierto Navideño TRIARTE.
Miércoles 22 de diciembre, 20h
2. Misa de Gallo. Viernes 24 a las 19h.
3. Misa de Navidad.
Sábado 25 a las 12 y 19h.
4. Domingo 26.
10 y 12h.
1. Concierto Navideño TRIARTE.
Miércoles 22 de diciembre, 20h
2. Misa de Gallo. Viernes 24 a las 19h.
3. Misa de Navidad.
Sábado 25 a las 12 y 19h.
4. Domingo 26.
LA GRAN PROMESA
DICIEMBRE (3º)
Hoy, primer viernes de mes, el tercero de los nueve meses seguidos de la Gran Promesa, ante ti, Jesús Sacramentado, en el quinto día de la novena de tu Madre Inmaculada, quiero hablar a tu Corazón como Ella te habla, y me detengo en el primer pasaje evangélico en que aparece su nombre: María.
Ahí comenzaste, Jesús de Nazaret, nuestra historia de salvación; ahí tomaste carne en su vientre inmaculado por obra del Espíritu Santo, y en su seno femenino inauguraste el Reino de tu Padre en la tierra. Contigo quiero alabarla y bendecirla.
¡Oh María! El ángel Gabriel te manifiesta que estás llena de gracia, que es como decirte que Dios te ha llenado de su Amor. Pasmado queda el ángel porque no ha visto persona igual, y pasmado quedo yo … ¡Dios te salve! ¡Llena de gracia! …
Al mensaje del ángel y al saludo de tu prima Isabel, la Iglesia ha añadido la súplica de tu intercesión, ¡oh María! Es la oración más recitada por el pueblo cristiano al lado del Padrenuestro.
Ante ti, Sagrado Corazón de Jesús, digo a tu Madre con la mayor devoción, no sólo con los labios sino sobre todo con el corazón, el grito de auxilio para el momento presente de esta pandemia del Covid-19, como para la hora de la muerte:
Dios te salve, María, llena eres de gracia,
el Señor es contigo,y bendita tú eres
entre todas las mujeres, y bendito es el fruto
de tu vientre: Jesús.
Félix Ramos, c.p.
feralo34@hotmail.com
LA GRAN PROMESA
Septiembre
Todos los martes de 18 a 20h
Todos los ciclos tienen que hacer la inscripción:
1º, 2º y 3º
Inscripción Grupo Confirmación Adultos
- 25 euros de inscripción para primero, segundo y tercer ciclo (incluye materiales).
- Primer ciclo: traer foto tamaño carnet y nota bautismal
- Confirmación: traer nota bautismal y 10 euros.
Cuerpo y Sangre de Cristo
Te agradezco, Trinidad Santísima, tu amor infinito y gratuito gracias al Padre, por el Hijo, en el Espíritu Santo, y Te adoro en oración y silencio por nuestro Señor Jesucristo que vive y reina con el Padre en la unidad del Espíritu Santo.
Santísima Trinidad, unjo con óleo a la humanidad vulnerable y enferma para que el Señor la reconforte por el poder del Espíritu de Dios, y Te presento a los difuntos confiándolos a la misericordia del Padre que tiene muchas moradas y del Hijo a quien resucitó el Espíritu Santo.
Trinidad Santísima, someto con gusto toda mi existencia cristiana a tu voluntad para que se desarrolle en la Iglesia bajo tu Palabra, en la comunión de las tres Divinas Personas y en la presencia de tu santa Eucaristía.
Proclamo, Trinidad Santísima, el amor infinito y gratuito del Padre que Jesús me ha dado en la cruz, ofreciendo su vida “por nuestra salvación”, y por la acción del Espíritu Santo que irradia luz nueva sobre la faz de la tierra y en cada corazón humano que le acoge.
Santísima Trinidad, te alabo y te bendigo, con todo mi ser: Padre, Hijo y Espíritu Santo, vivo consciente de que habéis venido a mí y habéis hecho morada en mí. ¡Cuánto me amáis!
Que la Virgen María interceda por mí para que me introduzca, con todo mi amor, en la Comunión trinitaria con el fin de vivir y testimoniar el amor que da sentido a mi vida “para alabanza de tu gloria”.
P. Félix Ramos, CP.
7ª Semana Pascua
EL RESUCITADO
“SUBIÓ AL CIELO”
Tras de ti, Jesús, van mis ojos hacia el cielo donde vas a ser glorificado y sentado a la derecha del Padre. Me quedo mirándote … y te pido con la Iglesia: “Llévame en tu compañía / donde tú vayas, Jesús, / porque bien sé que eres tú, / la vida del alma mía; / si tú vida no me das, / yo sé que vivir no puedo, / ni si yo sin te me quedo, / ni si tú sin mí te vas”.
Y quiero saber qué es para ti, Jesús, volver al seno de tu Padre con tus manos llagadas, tus pies ensangrentados y el costado con tu llaga de amor. ¡Qué alegría siento ahora, Jesús mío, más y más en profundidad! ¡Con los premios de tu victoria!.
Y me dices que baje de esta altura a la tierra, dispuesto a dar testimonio de tu amor y de tu gloria. Que no me quede mirando al cielo, sino que pise el suelo y anuncie al mundo que te has ido para interceder por nosotros y prepararnos un lugar en la gloria.
Al oírte hablar así, siento gozo y placer, porque donde estás tú, que eres nuestra Cabeza, estamos destinados a estar nosotros que somos tu Cuerpo. Me animo a seguir mi camino y qué gran felicidad experimento, Señor Jesús, cuando tú te acercas a mí y te pones a mi lado a caminar conmigo.
Yo mismo me admiro, antes me cansaba, y aunque no sé explicarme el por qué de mi cambio, me doy cuenta que nantes iba solo y ahora tú vas conmigo. ¡Todo entero te me das, todo entero tú me quieres! ¡Aleluya!
P. Félix Ramos, CP.
feralo34@hotmail.com
EL RESUCITADO
“PERMANECED EN MI AMOR”
Jesús resucitado, con la alegoría de la vid y los sarmientos te me presentas y te me identificas, y nos reconocemos; yo soy uno de ellos. Tú, Señor Jesús, eres la auténtica vid, y nosotros los pámpanos que tú haces brotar de ti mismo y a quienes nos comunicas tu vida y tu Espíritu.
Corta en mí lo que está enfermo y no procede de ti, poda en mí los afectos desordenados que impiden la unión contigo. Aunque me duelan tus golpes, aunque brote sangre de las heridas, lo que importa es que la unión permanezca y dé frutos de bendición.
La permanencia en ti, Jesús, significa permanecer en tu amor, es decir en esa circulación de caridad, de mutua donación que es la vida trinitaria en sí misma y en su apertura hacia mí. ¿Cómo es posible, Jesús, que me elijas a mí, habiendo tanta gente buena que encajaría mejor en tu amistad, conociendo mi debilidad y lo inútil que soy? Tu amor misericordioso fortalece mi fragilidad y hace que me deje modelar por tu Palabra y responder con mi vida a tu elección que es lo mejor qque me ha sucedido.
No quiero, Jesús, gloriarme en mis frutos sino en tu unión conmigo. Esta unión es mi gloria y mi salud. Tú me has elegido, estoy en tus manos, haz de mí lo que quieras. Por todo te doy las gracias. ¡Aleluya! Amén.
P. Félix Ramos, CP.
feralo34@hotmail.com
EL RESUCITADO
EL RESUCITADO
“ID A GALILEA...AHÍ ME VERÉIS”
Toda la semana, Jesús mío, ha estado resonando en mis oídos que mi vida cristiana pasa por dar de comer al que tiene hambre, visitar a los enfermos, especialmente a los que sufren por esta pandemia del covid-19. En ellos, en cada hermano que visito, encuentro tu carne, tu cuerpo, te encuentro a ti.
¡Qué calado alcanza mi meditación cuando voy descubriendo que eres tú, Jesús, quien te pones a mi lado y mendigas mi ayuda! Quiero vaciarme de mí mismo y llenarme de tu misericordia para ponerme todo entero a disposición de quien encuentro con necesidad.
Te colocaste, Cristo resucitado, a la puerta del reino de la muerte, y tu silencio en la tumba es un Sí por el que, los que creemos en ti, al ser tocados por tu cuerpo en la eucaristía, volvemos a la vida, a Galilea, a escucharte decir: “Tuve hambre y me disteis de comer …” (Mt 25, 35). De ahí que tu cruz, antaño féretro, es ahora cuna de resurrección. Tu silencio en la tumba es un fuerte Sí - Palabra eterna - que lleva vida, resurrección, cielo.
Confieso, Cristo mío, que tú, Palabra encarnada, viviste con nosotros e hiciste de nuestras carnes pecadoras cuerpos espiritualizados (solidarios) que habiten el cielo para siempre. Confieso, además, con orgullo que tu muerte en la cruz es prenda de la resurrección de nuestros cuerpos. ¡Aleluya!
P. Félix Ramos, c.p.
feralo34@hotmail.com
EL CRUCIFIJO
T U S O J O S
Hundo mi mirada en ti, Cristo mío, y veo tus ojos - velados - entre la celosía de tu melena, como palomas cándidas esperando a tu Padre. No hay aquí los torpes deseos del que acusa a su prójimo, o del que viendo la paja en el ojo ajeno no ve la viga en el propio, o del que busca en ti no al Redentor sino al Juez. Veo en tus ojos, Jesús, perlas de fuego que se estremecen y tiemblan y que, a través de tus párpados, contemplan con mirada dulce el verdor de la tierra que dio la sangre a tus venas.
Más aún, veo esos tus ojos iluminando los rincones de mi corazón; ojos tuyos de amor que, para mí, son azules, como el cielo azul, sencillos, claros y castos, y los llamo “luces de tu cuerpo”, porque sus niñas te brillan con el fulgor divino de tu amor.
Contemplo, además, el velo blanco de tus párpados caídos - alas de esas palomas que vuelan siempre hacia su nido celestial - ; sellan tu mirar con sello de sangre y perdonan con solo mirar. Te aplaudo, Jesús, con las dos manos y te alabo la bondad de tu amorosa mirada a Pedro, quien - arrepentido y perdonado - llora su culpa, al ver tus ojos, hartos de perdón.
Mis ojos, Señor, no se cansan de mirar los tuyos y contemplarte en los de mis hermanos, ni mi corazón de penetrar en el tuyo y en el de los más vulnerables. Del deseo de ser alabado, líbrame, Señor.
P. Félix Ramos, CP.