Cuerpo y Sangre de Cristo
(Corpus Christi)
Oh Dios, Padre lleno de amor, que salvaste a tu pueblo, enviándole el maná “que no conocían sus padres”, y el agua que sacaste “de una roca de pedernal”.
Gracias a ti, Señor Jesús, pan verdadero bajado del cielo, como comida, y tu sangre como bebida, que te revelas como el verdadero Moisés y vas saciando día a día mi hambre y mi sed para darme vida eterna.
Santísimo Sacramento, Eucaristía divina, manjar exquisito, tienes todos los sabores. Tu Palabra me lo pregona. Me sabes a tierra y a cielo. Lo aprendo de los sabios y los santos, y lo gusto sin esfuerzo. Es de ti, Cristo, y de tu evangelio donde yo lo libo por tu Espíritu. ¡No hay banquete mejor!
Cuando tú te me das, mi mesa se llena de golosinas para gustar, menús de amistad para compartir; manteles blancos de pureza y de ternura con sabor fraterno y comunitario; intercambio de regalos y mutua entrega; son deleites de Eucaristía: sales a las encrucijadas, convocas a todos, invitas a niños, abrazas a enfermos, visitas a presos, reconcilias a los alejados, creas comunidades, las sitúas en el misterio de la Cruz, eres memoria de la Pascua, nos haces partícipes de tu Resurrección.
Te alabo y te bendigo, Jesús sacramentado, con la antífona de ecos litúrgicos:
¡Oh sagrado banquete!
en el que Cristo es comido,
la memoria de su Pasión es renovada,
la mente se llena de su gracia
y una prenda de gloria futura
nos es dada.
¡Aleluya!
P. Félix Ramos, CP.
feralo34@hotmal.com