Ecce homo

ECCE HOMO

"Eccehomo", palabra compuesta de dos términos latinos yuxtapuestos: ecce (=he aquí) y homo (=hombre). Es la imagen de Jesús de Nazaret que presentó Pilato a los judíos, malherido por los azotes y las espinas. En el imaginario mundial, se dice de toda persona maltrecha, de lastimoso aspecto.

Nosotros presentamos a Jesús como cuerpo de hombre con blancura de hostia y le mostramos en la Iglesia como evangelio, Buena Noticia, para los hombres. Si los ídolos helenos presentaban sus cuerpos "de rosado esplendor y luz del Olimpo" en pasto de hermosura para la vista, regocijo de vida que se escurre, según la literatura de la época, Cristo, en contraste, ofrece su carne que padece, carne de dolor que se desangra, en pábulo a las personas, pan de inmortalidad a los mortales.



El cuerpo blanco del cuerpo de Cristo es Eucaristía. El sacerdote lo presenta antes de la comunión como "Cordero de Dios que quita el pecado del mundo". Nosotros, al ver al ECCE HOMO, podemos preguntarnos ¿dónde encontrar HOY -Viernes Santo- a Dios? y escuchamos el grito de Jesús: "Lo que hagáis con mis hermanos -los "eccehomo" modernos- lo estáis haciendo conmigo". Encontramos, pues, a Dios en esos "eccehomo" desfigurados, rostros humanos dolientes y emigrantes.

Si Pilato dice: "He aquí al hombre", hechura de manos humanas para mover a compasión, también la liturgia dice: "He aquí al Hombre-Dios", hechura del Amor Mayor -Camino, Verdad y Vida- Rey del Universo, Rey de la Iglesia Santa y Rey del pueblo "sin hogar" que va cruzando el desierto mortal para ir en seguimiento de la enseña y cifra de lo eterno, que es la cruz. O en otras palabras, para alcanzar los frutos del árbol de la vida, que es la cruz.

Si dos palabras le bastaron al Juez Romano para mover a compasión... y un rito sacramental a la Iglesia para mover al seguimiento de Jesús de Nazaret,.. , una cruz a Cristo para conseguirnos la salvación. Terminemos -agradecidos- nuestra reflexión cuaresmal con la siguiente epifonema pasionista:

"¡Tal es el hombre, Rey de los humanos
desamparados, de la Iglesia Santa,
del pueblo sin hogar que va cruzando
el desierto mortal tras de la enseña
y cifra de lo eterno, que es la cruz!". 

P. Félix Ramos, C.P.